La situación del campamento de refugiados de la ciudad portuaria de Calais, donde miles de personas (sobre todo hombres de origen africano) han vivido en una situación precaria durante meses, domina las portadas de la prensa del día de hoy. Finalmente, Francia ha procedido a desalojar esta jungla (este es el término despectivo con el que se ha conocido este campo semi-improvisado y vergonzante situado en el corazón del Viejo Continente) con la promesa de ubicar los refugiados (la mayoría con derecho de asilo garantizado) a otros lugares de la República o en el Reino Unido, el país al que muchos de ellos aspiran a llegar por mar. Las decenas de personas que aparecen en las fotografías de los periódicos dejan, pues, una imagen agridulce; su futuro es incierto y la mirada de un hombre visiblemente demacrado en la portada de The Guardian ejemplifica como pocas la perplejidad y la desesperación de estos nómadas que Europa no sabe acoger con dignidad.
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