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Editorial: Historia y periodismo

  • 03 Nov 2014
  • Opinión
per Toni Rodriguez Pujol
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Decía George Orwell que la historia la escriben los vencedores. Y años después, Winston Churchill aseguraba que la historia sería generosa con él, sobre todo porque tenía la intención de escribirla personalmente. Recordemos que Orwell (1984, Animal Farm) perdió la guerra de España, donde luchó como brigadista, encuadrado bajo disciplina (?) del POUM, y Churchill, no sólo ganó la segunda guerra mundial -con la ayuda inestimable de los Estados Unidos- sino que también ganó el premio Nobel de Literatura de 1953.

Es evidente que ambos hablaban con conocimiento de causa.

Todo esto viene a cuento, por una parte porque creo que estamos viviendo un momento realmente histórico, y de otra porque entre historia y periodismo no hay más diferencia que la que pueda haber entre anticuarios y “brocanteurs” , pongamos por caso. Los historiadores tratan de construir un relato sobre hechos cronológicamente lejanos, y los periodistas lo hacen sobre hechos recientes. Tan recientes, que no existe en el mundo nada más desfasado que informarse con un periódico del día anterior.

Eso significa que el periodista debe trabajar bajo la presión de la inmediatez, casi en tiempo real, con la amenaza constante de las prisas y a veces con la imposibilidad material de contrastar y analizar debidamente sus fuentes ni digerir bien la redacción de sus textos. Porque ya se sabe, las fuentes inocentes no existen. Todas son, más o menos, bien o mal intencionadas.

Es un trabajo duro, respetable y poco valorado, que hay que seguir reivindicando. El hecho de que haya cuatro desalmados que directamente se inventen lo que no saben o sirvan con obediencia los designios de sus fuentes clandestinas, no debería ser motivo de desclasificación global. Del mismo modo que el hecho de que muchos políticos corruptos sean finalmente descubiertos, no debería descalificar globalmente a todos quienes se dedican al noble oficio de la política.

Porque es que sino, estamos perdidos.