El domingo se consumó la separación del gobierno de Ada Colau con el PSC, un partido con una larga tradición de gobierno y de gestión municipal en el ayuntamiento de Barcelona. Ciertamente, vivimos tiempos de cambio, tiempos convulsos en la política.
Desde 2008 hemos transcurrido por una crisis económica importante y una posterior crisis social, traducida con unas desigualdades sociales difíciles de corregir. Ahora nos toca vivir una crisis política de dimensiones considerables. Una rotura del statu quo político catalán en toda regla, en el que la sociedad pide que afloren nuevas caras, nuevos partidos emergentes o plataformas de confluencia; que den respuesta al cabreo, a las ganas de cambio, de romper con el pasado y de reiniciar de nuevo hacia el futuro.
No estábamos acostumbrados en Barcelona que un gobierno municipal comenzara su mandato en minoría, forme posteriormente una coalición de gobierno y finalice otra vez con sólo 11 concejales. Todos sabemos que el contexto nacional que vivimos ha ayudado, las políticas de bloques llamados procesistas y unionistas y el proclamar la República o aplicar el 155.
Pero la rotura en Barcelona, ¿ responde a una simple separación temporal de las izquierdas o un divorcio en toda regla para los próximos años? O supone una decisión con efectos sólo ideológicos y políticos? En mi opinión hoy, poco reflexionada y no favorable en términos de intereses y de futuro para el buen funcionamiento de la ciudad.
En los meses que nos faltan hasta las elecciones del 2019, lo iremos viendo. Hemos entrado ya en fase de campaña electoral hasta el 21 de diciembre, y que luego, a buen seguro, adoptará una continuidad hasta las municipales del 19.
Barcelona es una ciudad con unas potencialidades y una inercia enorme. Una ciudad con una proyección global, ciudad europea pionera en el emprendimiento y las ganas de generar nuevas tendencias y oportunidades. Que la politiquería del día a día no nos lo estropee. Por el bien de nuestra ciudad nos convienen gobiernos fuertes, cohesionados y colaborativos con todo el mundo.
En comunicación, la interlocución permanente es esencial para mantener siempre los canales abiertos y que sean útiles y nítidos entre emissor i receptor. Interlocutar siempre con todos los sectores: los económicos, sociales, vecindales … Con todo el mundo.
Que la separación o el divorcio que hemos vivido estos días, no estropee las ansias de muchos para seguir trabajando, también desde la sociedad civil organizada, para una ciudad que todos estamos muy orgullosos.