Jueves 22 de febrero, DIRCOM Catalunya celebró una sesión de trabajo entre sus asociados, directores de comunicación y directores de agencias de comunicación, con el periodista Josep Cuní. Una gran sesión de trabajo. En Cuní es un profesional con el que se pueden tener grandes acuerdos y grandes desacuerdos. Generalmente, los acuerdos surgen cuando se trata de analizar la realidad que nos rodea, y los desacuerdos cuando los legítimos intereses respectivos no son coincidentes. Como ocurre en todas las familias.
Empecemos, pues, por las coincidencias, que son mucho más habituales, como corresponde entre colegas.
Dice Cuní que el periodismo está pasando una de las peores crisis de su historia. Quizás sí … si nos olvidamos de aquella época de heroicidades y miserias de los años setenta que aún recordamos «los más viejos del lugar». Todo es relativo, pero, en cualquier caso, la crisis también puede ser creativa, como lo ha sido otras veces. Todo es cuestión de pensar en ello.
Dice Cuní que todos vamos un poco asustados, como los bebés que empiezan a caminar sin saber a dónde van porque, de hecho, no van a ninguna. Cierto, los niños, cuando empiezan a caminar, no van a ninguna: hacen pruebas, están aprendiendo. Nosotros también nos encontramos en una situación nueva (internet, redes sociales, crisis publicitaria, pérdida de lectores …), y todavía no sabemos exactamente cómo evolucionarán los medios de comunicación, ni la publicidad, ni siquiera los sistemas de organización política . Pero es bastante probable que esta evolución sea consecuencia, en parte, de nuestra propia actividad. Y creo que en eso también podemos estar de acuerdo.
Es verdad que a menudo hace más daño el fuego amigo que «el enemigo», que no siempre la comunicación provoca conocimiento, que los intereses comerciales a veces pervierten los intereses profesionales, que hoy en día de medios de comunicación sólo hay públicos y subvencionados y que la publicidad es, hoy por hoy (Virgen santísima!), su principal fuente de financiación.
Pero también es verdad que esto ha pasado toda la vida. Ahora se ve más porque estamos en plena crisis económica y eso hace que todo sea más vivo. Pero la gracia, quizás, es que hablamos. Primero entre profesionales de ambos lados de la «trinchera» (en sus propias palabras), y después con las comunidades que nos rodean y que deberían ser las primeras convencidas de la rentabilidad económica y social de las buenas prácticas del periodismo.Torres más altas han caído.